domingo, 22 de septiembre de 2013

Volviendo útil el complejo de urraca

Las herramientas, utensilios y materiales son como chucherías. Emociona verlas, ansías tenerlas y nunca dejas de querer más. Están las del mercado, cada cual más especializada, más brillante o con más funciones, y también están aquellas piezas recicladas que, por lo inesperado que resulta su buen funcionamiento y la maravilla de resolver una necesidad gastando poco o nada, se convierten en pequeños tesoros que nada tienen que envidiar a un reluciente artilugio nuevo. 

Tengo montones de cosas que son o están en proyecto de ser parte importante de mi proceso de creación de piezas, por eso defiendo el darle a las cosas una segunda mirada antes de echarlas a la basura, pues aunque ya no sirvan para lo que fueron creadas, el taller puede darles una nueva vida y ahorrarnos algo de dinero en el proceso. La lista es enorme y muchas veces me sorprendo de las cosas que puedo llegar a tener en los cajones (complejo de urraca), pero creo que hay un par que merece la pena difundir:

Necesidad: Contenedor para ácido/sales de grabado/decapante
Solución: Bote de mozzarella fresca Hacendado (Mercadona)




Esta es mi más reciente incorporación y la que inspiró el post. Compré el queso por darme un capricho y no ha podido resultar mejor. Actualmente tengo las sales de grabado en otro artículo de reciclaje, una fiambrera plástica que tiene a su vez un contenedor plástico con tapa. Me gusta por lo robusto y seguro que se ve (un derrame de estos productos puede tener sus consecuencias), pero ocupa bastante más espacio del que me gustaría, sobre todo teniendo en cuenta de que no grabo más de 2-3 piezas a la vez,todas pequeñas. El bote del queso no solo tiene un buen tamaño (300 ml), sino que tiene en su interior una cestita que se utiliza para sacar y escurrir el queso antes de utilizarlo. Viene perfecto para poder acceder a las piezas sin utilizar pinzas, escurrir el exceso de solución de grabado o echarles un ojo sin moverlas demasiado. La rejilla tiene además una anilla y unos canales que permiten dejarla levantada sobre el nivel del líquido. No tiene componentes metálicos, con lo cual es completamente segura. Por los momentos voy a usarla para el decapante, mientras se vacía el segundo bote que ya tengo en la nevera.

Necesidad: Calentador para decapante
Solución: Calentador de tazas USB / Cafetera de goteo rota



Para quién utiliza calor para acelerar el proceso de decapado, que no es mi caso, esta idea les puede ahorrar bastante dinero y uno que otro susto, pues calentar un químico de manera casera siempre es un riesgo. En vez de conseguir un calentador de laboratorio que no es barato ni de segunda mano, pueden optar por preguntar entre vecinos y allegados, en el rastro o en alguna tienda de segunda mano, por una cafetera de goteo a la que le funcione la base (En Cashconverters te haces con una por menos de 10 €). Si tiene su jarra de vidrio perfecto, y si no hay que hacerse con alguna parecida. Se puede reemplazar por cualquier bote de vidrio siempre que las dimensiones coincidan y que tenga la base plana, para que haga contacto con la placa caliente. La parte superior y posterior de la cafetera (Donde se pone el filtro y donde se echa el agua) las podemos quitar para mayor comodidad, o bien utilizarla de almacenamiento, pues no las utilizaremos para nada. Cuando necesitemos el decapante, bastará con encender la cafetera un par de minutos antes para que el líquido tenga una temperatura óptima sin llegar a hervir. Otra opción es, si tienen alguno, utilizar un calentador de tazas usb. El problema con esto es que no tiene mucha potencia, con lo cual debemos usarlo con muy poca cantidad de líquido. 
OJO, este consejo no es compatible con el anterior! 
(bote plástico, base caliente, mala idea)

Necesidad: cinceles, punzones de decoración, punzones de marcar
Solución: Destornilladores, martillos, limas, alicates rotos y  en general cualquier pieza de metal duro




Aquí no hay mayor historia. Toda herramienta metálica vieja, de mango roto, de punta chueca, machacado, lleno de cemento, y todo un largo etcétera de calamidades, sirve. Se limpian a conciencia con lija y con limatones distintos a los que utilicemos para los metales blandos, se les da la forma deseada. Ejemplos: la parte interior dentada de un alicate roto o la cara más gruesa de un limatón sirven, golpeándolos con un martillo, para texturizar. Un destornillador plano puede servir de cincel para empujar garras o cerrar biseles. Uno de estrella afilado podrá ser un buen punzón para marcar los taladros. Por el contrario, si le cortamos parte de la punta con la segueta, tendremos un punzón con la forma del destornillador (estrella, cruz, hexágono). La gracia está en imaginar de que forma podemos golpear la herramienta para producir un efecto en nuestra pieza.

Necesidad: Mandriles, lastras
Solución: Brocas y puntas de taladros grandes o martillos percutores, tubos gruesos de acero o hierro




No es algo que usualmente nos vayamos a encontrar por casa, pero en los contenedores de desechos de obra, talleres mecánicos e incluso preguntando a los obreros que arreglan calles, no es difícil dar con alguno de estos. Cualquier cilindro metálico con buen acabado debería bastarnos para dar forma a anillos y brazaletes. Lo ideal es reunir varios diámetros, según tengamos sitio para guardarlos.

Como dije antes, la lista es larga e intentaré seguirla en nuevas entradas. Espero que alguna de estas sugerencias les sirvan de algo y si alguien quisiera compartir su propia idea de reutilización en el taller, o su experiencia reciclando cositas, bienvenido sea.